La moral de la tropa
En la democracias donde se prima el "orden" y la "seguridad", lo que realmente se afirma es la hegemonía de algunos sectores que temen verse afectados en sus privilegios. Consideran que las políticas en contra de la pacificación del país, pueden volver a un caos anterior y causar más violencia. Por eso, acuden a todas las vías legales y en caso tal, a las ilegales (medios justifican el fin) para no permitir que se generen espacios vacíos o "limbos jurídicos" a la hora de determinar acciones contra los "terroristas". Esa es la justificación que han tenido las dictaduras militares del cono sur, por ejemplo, en su afirmaciòn eufemística "régimen militar". Al pasar el "cepillo contrapelo" en esos espacios oscuros de la historia, no solo los movimientos guerrilleros causaron dolor en la sociedad, también lo hicieron los grupos de poder que ordenaron paralizar industrias, comercio, a no repartir la leche en un día cualquiera, para lograr la insurrección popular y justificar un golpe de Estado.
Bajo el nuevo orden y pacificación del país, se inmolan víctimas, de desplazan y se despedazan a muchos seres humanos. Sobre esos escombros se fundamentan modelos económicos y sociales que, si bien, aparentan un nuevo modelo social de progreso e igualdad, lo que hacen es, en definitiva, proyectar y generar nuevas víctimas, excluidas, invisibilizadas de la observación pública. Colombia, nuestro país, vive ahora, bajo el gobierno del presidente Santos, nuevas agitaciones. Y no tanto de ese mandato. Es loable la iniciativa de reparar y potenciar la devolución de miles de hectáreas usurpadas a las víctimas, durante años de conflicto, por parte de todos los grupos ilegales. Sin embargo, se ha encontrado con "la mano negra", que a decir del mandatario, vienen de dos lados, de la "extrema izquierda" y la "extrema derecha". Todos sabemos el rincón intransigente de la izquierda. Mucho dolor nos ha causado. Pero, la del otro extremo, muchas veces se esconde y permanece intacta, sin que los mismos organismos de control sean efectivos en su develamiento. Así han quedado en la impunidad inmumerables magnicidios, actos de corrupción y prácticas clientelistas. Hace unos días le hicieron un atentado terrorista a un ex-ministro de Uribe; pero ¿quién se beneficia realmente con la desestabilización del país? Los partidarios de los partidos de la (U) (dícese "rebaño uribista") han atacado las iniciativas gubernamentales que benefician a las víctimas. Justifican su proceder, como arriba se señalaba, en que el país empieza a retroceder. Ni siquiera la firma y ejecución del TLC con EEUU, les pueden calmar las tensiones, que a propósito es justificado filosóficamente en el modelo de mercado de iniciativa privada bajo el slogan del intercambio.
Ahora, para aumentar la zozobra, se escuchan voces de militares retirados que llaman a la insurrección o, como dijeron, al ·derrocamiento del presidente" y convocar nuevas elecciones. ¿Quién se beneficia de esto?. Ya desde hace cincuenta años, los historiadores, los cientistas polìticos con tratamiento objetivo, se ha dado cuenta que frente a lo que pasa en Colombia con el ruido de sables, la "moral de la tropa" es la voz de los poderes fácticos". La historia se repite por desconocimiento y ni siquiera la derecha intransigente del siglo XX, se dio cuenta del monstruo que inventaron.. Ay, país, país, país.....
lunes, 21 de mayo de 2012
martes, 13 de marzo de 2012
Lo católico, ¿estado permanente de violencia?
El problema
En el imaginario social como "opinión pública", es común percibir que todo lo que hable de "católico" "católica" "Iglesia católica" "religión católica", es signo de alianzas con los poderes fácticos, o parte de las superestructuras alientantes de conciencia, como indicaba Gramsci; o bien, que favorece el statuo quo , como orden social y conservadora de los "auténticos principios valóricos y morales". También encontramos imaginarios relacionados con la incompatibilidad de la religión católica con las ciencias, haciendo que estas, hayan quedado relegadas por varios siglos por influencias de la institucionalidad religiosa; a su vez, y lo más grave, la justificación del uso de la violencia como espacio legítimo para defender la sociedad de los poderes que intentan desestabilizar el orden constitucional o la tradición. En fin, podemos encontrar un sinnúmero más de opiniones que, en definitiva, llevan a sospechar tajantemente de todo lo que hable o esté dirigido por "lo católico", bien sea instituciones, modelos educativos, partidos políticos, modelos económicos o modelos sociales. Pero, como veremos más adelante, las prácticas que generan estos hechos no son más que fruto de una visión religiosa tergiversada, contraposiciones artificiosas o que hemos hecho a Dios a nuestra imagen y semejanza. de allí un análisis que revitalice el sentido y genuinidad del aporte cristiano a la visión de mundo.
Las causas
Considero algunas causas que han generado este estado de opinión o malestar de lo religioso en nuestra sociedad:
Podemos responder también bajo los argumentos de las causas:
-Si observamos la realidad solamente en sus partes, no podremos comprender el todo. Si intentamos observar e indagar el todo, sin comprender sus partes, pues, terminaríamos en un grado de subjetivismo y distorción de la realidad. Y esto último es lo que ha permeado el sistema actual. Necesitamos un modelo nuevo y original para comprender los fenómenos religiosos y comprender los mecanismos que destruyen y despedazan a los seres humanos. Una nueva matríz socio-polìtica y religiosa; En este caso, una de las últimas tesis más originales que ha hecho eco en las ciencias sociales y humanas es la teoría mimética del pensador francés René Girard. Bajo sus estudios rigurosos en literatura, antropología y etnología, así como su incursión en el análisis de textos de la tradición judeo-cristiana, ha encontrado que los seres humanos estamos marcados bajo las relaciones del deseo y de la imitación, aun más, se genera cultura por la imitación del otro en sus costumbres y modos de ver la vida; hay imitación como ejercicio para desarrollar todas sus potencialidades, pero cuando esta imitación del modelo implica rivalidad, esto genera desorden, lo cual puede generar violencia que solamente es contenida bajo un chivo expiatorio que es asesinado por unanimidad de la comunidad. Esto se ha traducido en la cultura bajo los mitos, ritos y prohibiciones que se permean no solo en el ámbito religioso, sino en el político y económico. Y si bien, esta teoría implica más detalles, podemos decir que aplicado a los Evangelios y tradición judeocristiana se evidencia lo siguiente bajo estas tesis:
El problema
En el imaginario social como "opinión pública", es común percibir que todo lo que hable de "católico" "católica" "Iglesia católica" "religión católica", es signo de alianzas con los poderes fácticos, o parte de las superestructuras alientantes de conciencia, como indicaba Gramsci; o bien, que favorece el statuo quo , como orden social y conservadora de los "auténticos principios valóricos y morales". También encontramos imaginarios relacionados con la incompatibilidad de la religión católica con las ciencias, haciendo que estas, hayan quedado relegadas por varios siglos por influencias de la institucionalidad religiosa; a su vez, y lo más grave, la justificación del uso de la violencia como espacio legítimo para defender la sociedad de los poderes que intentan desestabilizar el orden constitucional o la tradición. En fin, podemos encontrar un sinnúmero más de opiniones que, en definitiva, llevan a sospechar tajantemente de todo lo que hable o esté dirigido por "lo católico", bien sea instituciones, modelos educativos, partidos políticos, modelos económicos o modelos sociales. Pero, como veremos más adelante, las prácticas que generan estos hechos no son más que fruto de una visión religiosa tergiversada, contraposiciones artificiosas o que hemos hecho a Dios a nuestra imagen y semejanza. de allí un análisis que revitalice el sentido y genuinidad del aporte cristiano a la visión de mundo.
Las causas
Considero algunas causas que han generado este estado de opinión o malestar de lo religioso en nuestra sociedad:
- La noción de Dios. Contrariamente a la experiencia que plasmaron las primeras comunidades cristianas y los redactores de los Evangelios ( comprender la misericordia, el modo de obrar de Dios y el modo de revelarse (mostrarse) al ser humano) muchos creyentes han manipulado esta visión, generando más bien una imagen del Padre, como castigador, vengativo, justiciero, colérico y lejos de las realidades humanas. Este tipo de doctrina, lamentablemente, no es más que la proyección de los egoísmos humanos y de la imitación del otro para adquirir algún poder que le permita expandir sus deseos de posesión. Así se ha llegado a una teología de brazos cruzados, a una catequesis meramente de memorización, casuistica o sencillamente, una manera de justificar todas sus decisiones porque es "voluntad de Dios".
- La manipulación entre la fe vivida y la práctica social. Es decir, y concatenado con la primera causa, los hombres de fe, bajo esas nociones de Dios, observan el mundo de esa manera; si se concibe a un Dios castigador, pues, verá en este mundo solo una visión maniquea de "buenos y malos", donde ellos son los buenos y se debe exterminar a los "malos", o en el sentido moderno a los "terroristas" que pretenden desestabilizar el orden. Los creyentes en el plano del ejercicio político institucional veran cualquier alteración del orden, como simple ataques terroristas y justificaciòn de la represión. Si están en otro espacio sociales, por ejemplo como ciudadanos,sencillamente, pueden pavonearse como miembros "católicos" y justificar plenamente visiones de extrema derecha o de extrema izquierda. Sobran ejemplos en la historia reciente de nuestros países. Estos casos como la dictadura de Franco, Pinochet o los escuadrones de la muerte en el Salvador y algunos obispos en el siglo XIX en la guerra civil en Colombia, justificaron su violencia como "necesaria" y como "voluntad de Dios"; ante estos, hubo cierto sector civil apoyando la labor de sus gobernantes, pues, estaban convencidos del mito del "comunismo", sin saber que el otro mito "capitalismo", es más de lo mismo. La derecha intransigente del siglo XX, como Hayek, Carl Schmitt, -este ùltimo, famoso pensador alemán, que sentó las bases para el derecho público moderno- justificó bajo su tesis del "decisionismo", la dictadura o la posibilidad de un representante político que mantenga el orden y la solución de los conflictos violentos que se concreta en un imaginario social como "mundo violento dividido entre amigos existenciales y enemigos mortales". Sobra decir, que después de caminar entre los escombros de la historia, fruto de estas posiciones intransigentes, las consecuencias de estas ideas que han permeado, bajo ideas aparentemente religiosas, todas las tesis del derecho y la política. Pero, no son más que, la reproducción de esquemas políticos, militares y tendenciosos de una lectura religiosa y sacrificial del Evangelio, si es que se apoyan desde este. Obviamente, la tradición judeo-cristiana es totalmente lo contrario a estas lecturas.
- Otra causa es la misma fundamentación de los principios de la Ilustración, que como es sabido, han inaugurado una ruptura entre fe y razón, o la incompatibilidad de todo lo religioso para comprender el mundo y mucho más para la autonomía y felicidad del hombre. Así es que, desde hace 3 siglos, la humanidad ha celebrado la aparente "fraternidad, igualdad e igualdad", que significa el triunfo de la razón y el atreverse a pensar por si mismo y no bajo los esquemas de una voz superior. Ello ha derivado diferentes corrientes seculares y laicas que han calado en los imaginarios sociales, generando una aversión a todo lo que permee algo de religioso, o peor a "lo católico". Pero esta es una contraposición artificiosa. La razón y sus instituciones (capitalismo, fragmentación social, orden institucional) no son más que sistemas religiosos que generan víctimas. Un ejemplo de ellos es que el libre mercado se declara como única vía para el progreso y desarrollo, y así mismo, el orden institucional como lucha contra el terrorismo, no ha hecho más que generar exclusiones e invisibilizaciones sociales.
- Considero, finalmente, que la misma incoherencia de vida de los que se dicen ser "profundamente religiosos" y líderes espirituales, desaniman a los creyentes fieles o justifican a los hombres no creyentes para justificar las mentiras de la religión y las falacias de sus miembros.
Podemos responder también bajo los argumentos de las causas:
- Una marcada visión de Dios como lejos de las realidades humanas, que guarda silencio ante la injusticia y dolor humano; un Dios que deja pasar solamente la justicia de los hombres y se convierte en un ser trascendente como un demiurgo aristotélico o motor inmóvil. La noción de un Dios impregnado de santidad, pero como jerarquía.
- Ese orgullo de los católicos(o mejor, creyentes confesionales) en sus diferentes puestos de trabajo, han generado divisiones, esquemas de poder e intransigencia para resolver o comprender las mismas dinámicas de los diferentes movimientos sociales o las consecuencias de una economía de mercado. Pensamos por ejemplo en el impacto mediático de diferentes políticos que, bajo sus creencias religiosas, han justificado diferentes modelos que terminan excluyendo e invisibilizando sistemas que generan diariamente víctimas. Sobran los ejemplos, el modelo educativo bajo el sistema capitalista, el desarrollo social bajo la "iniciativa privada", una práctica política de clientelismo y que favorece solo a pocos grupos de poder. En definitiva, se muestra lo que indicabamos arriba en los apuntes de Gramsci, la religión o la Iglesia católica como superestructura.
- Otra consecuencia es que fruto del siglo de las luces, hemos llegado a una polarización y antagonismo entre fe y razón, la incompatiblidad de la religión con las ciencias sociales y exactas, haciendo que se busque una manera de desligar la confesionalidad de las ciencias para su progreso y relegando a la religión como pensamiento "mítico" o "precientífico"; y buscando de mil maneras teorías, sistemas que sustenten sus principios sin las bases metafísicas o teleológicas.
- La disociación de fe y vida entre los creyentes, ha hecho que muchos busquen otras experiencias religiosas, porque si bien, y aunque una noción del secularismo haya ido lance en ristre con lo religioso, no por eso, ha bajado la necesidad de buscar y dar sentido a la existencia. Se dice que hoy existe un "despertar espiritual" de la humanidad que se traduce en el auge de diversos métodos orientales para encontrar paz, serenidad, libertad y sentido de vida.
-Si observamos la realidad solamente en sus partes, no podremos comprender el todo. Si intentamos observar e indagar el todo, sin comprender sus partes, pues, terminaríamos en un grado de subjetivismo y distorción de la realidad. Y esto último es lo que ha permeado el sistema actual. Necesitamos un modelo nuevo y original para comprender los fenómenos religiosos y comprender los mecanismos que destruyen y despedazan a los seres humanos. Una nueva matríz socio-polìtica y religiosa; En este caso, una de las últimas tesis más originales que ha hecho eco en las ciencias sociales y humanas es la teoría mimética del pensador francés René Girard. Bajo sus estudios rigurosos en literatura, antropología y etnología, así como su incursión en el análisis de textos de la tradición judeo-cristiana, ha encontrado que los seres humanos estamos marcados bajo las relaciones del deseo y de la imitación, aun más, se genera cultura por la imitación del otro en sus costumbres y modos de ver la vida; hay imitación como ejercicio para desarrollar todas sus potencialidades, pero cuando esta imitación del modelo implica rivalidad, esto genera desorden, lo cual puede generar violencia que solamente es contenida bajo un chivo expiatorio que es asesinado por unanimidad de la comunidad. Esto se ha traducido en la cultura bajo los mitos, ritos y prohibiciones que se permean no solo en el ámbito religioso, sino en el político y económico. Y si bien, esta teoría implica más detalles, podemos decir que aplicado a los Evangelios y tradición judeocristiana se evidencia lo siguiente bajo estas tesis:
- "Todas las culturas(esto incluye lo religioso) generan mitos pero desde la versión del victimario. Las grades historias de victorias y fundamentos del Estado, han estado marcados bajo la versión de los vencedores". Sin embargo, los Evangelios de la tradición judeo-cristiana, no son mitos, pues, "dejan hablar a la víctima", y exponen toda la injusticia del mecanismo victimario, de allí que se diga que los Evangelios sean "una historia de la pasión con una larga introducción". Es una visión religiosa donde Dios acoge a la víctima, la declara inocente de lo que dicen sus acusadores y la reivindica de toda la injusticia humana. La literatura cristiana es la que ha denunciado desde allí el sistema que genera sacrificios y víctimas inocentes. Podemos referir este caso con el sacrificio de Abrahán a su hijo Isaac, la historia de Job, la de José y el mismo caso, el proceso de Jesús donde los sacerdotes del templo, políticos y la multitud gritaba "crucifícalo".
- Los sistemas económicos, por ejemplo el capitalista, son religión sacrificiales, donde "fuera de ellas no hay salvación", y genera exclusiones y víctimas. Se declaran los salvadores del mundo y como única alternativa para el desarrollo y progreso. Como bien sabemos, fruto de esta visión tenemos las escandalosas desigualdades sociales y la región más violenta del mundo; las crisis económicas actuales y el pánico social por la incertidumbre, desempleo y exclusiones. Frente a esto, lo religioso plantea nuevos modelos económicos y una de ellas es la propuesta de la doctrina social de la iglesia, que aunque no ofrece cuestiones técnicas, si ofrece líneas base para operar un sistema económico con equidad social.
- Las religiones han estado marcadas cuando son mal interpretadas, bajo un esquema sacrificial, es decir, que necesitan "sacrificios humanos" para satisfacer a los dioses. En el catolicismo, indicaríamos que se necesita una marcado énfasis en el "pecado" y la penitencia, para satisfacer al Dios de los Evangelios. Pero esto es absurdo, la misma tradición cristiana, la misma Iglesia católica en la historia ha promovido la justicia y la paz en el mundo. Cuando una religión, como el cristianismo en su institución como Iglesia católica, ha actuado bajo las nociones de una religión no sacrificial, ha contribuido enormemente a la cultura. Como bien lo señalaba el papa Benedicto XVI ante el parlamento alemán, y muchos intelectuales no creyentes, como Habermas, el pensamiento cristiano ha aportado en la genealogía de los derechos humanos, el considerar que todos somos iguales, y la noción de derecho natural; asi como la recepción y transmisión del mundo antiguo al mundo medieval y moderno, en su creación de universidades, bajo la traducción del griego, arameo, copto y otros idiomas "muertos", de miles de obras literarias, científicas de la antiguedad. En la época medieval el florecimiento de los conventos y de ellos las más antiguas y prestigiosas universidades que promovieron la ciencia, el arte y las humanidades. En si existen muchos ejemplos que contradicen el mito de la ilustración, en la que el medioevo fue el oscurantismo de la humanidad; como se ve, al analizar en profundidad y en su conjunto las partes, la Iglesia, cuando se renueva constantemente y recurre a las fuentes vitales que le dieron impulso, crea nuevas maneras de solucionar los problemas sociales y humanos.
- Si hablamos de "lo católico" hablaríamos del Dios de Jesucristo y no como religión sacrificial que sustenta los estados permanentes de violencia. Lo genuinamente católico da plena libertad al hombre bajo su experiencia de libertad interior, para vivir auténticamente su vida, en oposición a la supuesta autonomía de la ilustración. En este caso, la teoría mimética indica que jamás los seres humanos actuamos en libertad, pues, estamos mediados por los deseos de los otros y siempre buscamos imitar un modelo. Muchas veces, esta dinámica genera violencia cuando no se imitan modelos que no se han dado cuenta de lo que significa la mímesis en sus relaciones. De allí que la misma teoría mimética, implica un ejercicio de "conversión", es decir, darse cuenta de las prácticas que solo buscan generar exclusiones por la envidia que genera rivalidades y víctimas.
- Lo genuinamente católico, entonces, está permeado por la denuncia de los sistemas sacrificiales y en la experiencia del Dios de Jesús, que lo hace salir de si para darse incondicionalmente a la viuda, el forastero, los pobres y los relegados de la cultura. Pero para ello, implica esa "katalagué" o conversión personal de un nuevo modo de ver lo religioso. Si un creyente opera bajo esta dinámica en sus relaciones sociales y personales, el catolicismo será fuente de gracia y motor para la transformación de las estructuras que nos alienan y nos condenan a una vida de opresión y esclavitud.
domingo, 29 de enero de 2012
El malestar en la educación religiosa escolar (ERE)
Las tensiones suscitadas por la constituciones laicas frente al factor religioso en la educación pública, ha generado fundamentalismos. Por una parte, los seguidores de la ilustración o de los filósofos de la sospecha, han "manipulado" sus teorías, queriendo interpretar de esos movimientos y pensadores, un rechazo total a todo lo que "huela" a religión, específicamente a lo "católico"; se escuchan voces, marcadas de un laicismo agresivo que no permiten un diálogo u oportunidad para analizar realmente qué se pretende cuando se busca establecer una asignatura como religión en las instituciones escolares. Ese fundamentalismo ciego deja de lado todo el papel preponderante que ha tenido la educación religiosa escolar(ERE) en la historia, basada sobre todo en esa "formación integral" como parte de su visión de hombre a la luz de la experiencia del resucitado.
Ahora bien, lo anterior no me parece tan preocupante, porque precisamente estos pensadores de la sospecha como Marx, Freud y Nietzsche, son los que han iluminado, en cierta medida la renovación, revisión y retoma de algunos conceptos bíblicos o teológicos que se fueron perdiendo por una iglesia reactiva y poco comprensiva a los cambios del mundo. Lo que me inquieta sobre manera son los fundamentalismos de nuestros propios creyentes, que sostienen una "guerra a muerte" cuando se les cuestiona ciertas actitudes asonantes. Por ejemplo, la instransigencia en permitir que en el currículo de la ERE se trabajen temas sobre la realidad de los jóvenes o de la realidad nacional; si bien, se incluye, pero se hace de manera secundaria o terciaria, pues lo que prima acá son las clases que contengan la explicación de los "sacramentos" y estudio de las cartas papales. Acá entramos en aguas quisquillosas pues, se entra en el debate sobre si la clase de religión es catequesis o si solo debe impartir "historia de las religiones". Considero que ambas cosas son compatibles, ahora bien, lo que si tiene que analizarce es el modo y el contenido, de tal manera que no se convierta en una transmisión de datos ni un adoctrinamiento, sino que realmente, lleve al estudiante a entusiasmarse por vivir plenamente su vida.
Lo grave, el fundamentalismo de los creyentes
Los fundamentalistas se dividen y toman solo una de estas dos opciones, olvidando ambos el sentido original de una educación bajo una noción religiosa que humaniza; si pasamos al plano administrativo, en algunos países donde el acento del libre mercado sin intervención del Estado, es la madre de toda su economía, nos encontramos con modelos educativos donde se reservan solo un mínimo de horas en el salón de clase para impartir la ERE, es decir, solo se contrata al profesor por esas horas de clase, llevando a cercenar una asignatura que de por si, su papel lo cumple más que en el aula, sobre todo en el acompañamiento, desarrollo social y comunitario donde se pone en práctica todos los valores y dinamismos del adolescente. La mirada parcial llena de prejuicios sociales de los directivos y otros profesores, llevan a gestar en la ERE una asignatura "relleno" o "relicreo", como se llegó a tomar en algunos colegios, asumida también por la calidad de algunos docentes en su baja preparación o en el desánimo al ver su oficio poco valorado o segmentado.
Estos malestares se agravan cuando los mismos creyentes administrativos, directivos y docentes, justifican sus prácticas como parte de la naturaleza, movimientos del mercado, y mandatos de la Vicaría de la educación para abordar solo "lo católico"; No se a qué tipo de católicismo se refieren, pero el de Vaticano II, no se muestra en estas prácticas. Esto genera sin duda otros malestares sociales mucho más fuertes y es el de la segregación y división dentro de los mismos centros educativos a los estudiantes por sus creencias; a su vez, y lo más grave, a generar en el estudiante una visión e idea de lo que es lo religioso y la religión, de lo que es el cristianismo y lo que es el Dios de Jesucristo, llevando a una pérdida de su horizonte de sentido y guardar toda su carga emocional sin la oportunidad para expresar lo que siente y vive; llevando además a generar la ruptura de los lazos sociales y violencia pues, vienen las divisiones familiares o el mal manejo de conflictos en su vida diaria y en sí, el asilamiento y soledad que muchas veces terminan en pensamientos sobre el suicidio o en la banalidad de la vida.
La ERE por tanto, está en crisis. y no porque los jóvenes o adultos no crean en un ser trascendente; precisamente, según algunos científicos sociales, estamos en una nueva era de un despertar espiritual, que se refleja en las ventas de libros de autoayuda, en la práctica de diversos ritos orientales o religiosos, en la necesidad y sed de trascendencia que la humanidad busca frente al mundo cosificado e instrumental que han generado los diversos movimientos políticos y económicos depredatorios. Estamos en crisis porque los creyentes son fundamentalistas en sus posiciones, niegan la mirada interdisiciplinar e integral de su fe; aún cuando justifiquen sus posiciones de manera holistica, en el fondo, no es más que para mantener un statuo quo de la realidad o de una imagen de Dios fragmentado que te revela la verdad y lo que es.
Caminar en el testimonio de aquel hombre
Pero tenemos oportunidad. Así como sabemos, una crisis es una oportunidad de cambio. Y eso implica un giro en la mentalidad o ruptura contra esas imagenes que tenemos de Dios y de los seres humanos; una oportunidad para ejercer y desarrollar el dinamismo existencial que abre caminos hacia el encuentro con el otro; hacia el camino que lleve al joven a dinamizar su vida para manejar sus emociones y sentimientos, para que su autoestima no se edifique sobre el tener sino sobre el ser, que permita desarrollar todas las habilidades comunicativas, espirituales y sociales para asumir su vocación, el trabajo en grupo, la resolución positiva de los conflictos y sobre todo, para que sus practicas humanicen más el mundo; prácticas a partir del reconocimiento de los dolores del otro y de las consecuencias de un capitalismo egoísta que no piensa en la ética porque no entran en lo bueno y lo malo; frente a eso, la ERE tiene por sus principios humanistas y cristianos desarrollar el pensamiento crítico, la creatividad, el respeto por la diferencia, la necesidad de la ciencia y la fe como alas que nos ascienden al conocimiento de la verdad, y en especial, aliviar el sufrimiento del otro y de la creación como componente esencial no solo de la ERE sino de toda la eduación. Transitar por esos caminos, es caminar por donde aquel hombre dejó sus huellas hace más de dos mil años y que hasta el dia de hoy constituye un modelo de hombre, no solo para los cristianos sino como patrimonio de la humanidad.
Las tensiones suscitadas por la constituciones laicas frente al factor religioso en la educación pública, ha generado fundamentalismos. Por una parte, los seguidores de la ilustración o de los filósofos de la sospecha, han "manipulado" sus teorías, queriendo interpretar de esos movimientos y pensadores, un rechazo total a todo lo que "huela" a religión, específicamente a lo "católico"; se escuchan voces, marcadas de un laicismo agresivo que no permiten un diálogo u oportunidad para analizar realmente qué se pretende cuando se busca establecer una asignatura como religión en las instituciones escolares. Ese fundamentalismo ciego deja de lado todo el papel preponderante que ha tenido la educación religiosa escolar(ERE) en la historia, basada sobre todo en esa "formación integral" como parte de su visión de hombre a la luz de la experiencia del resucitado.
Ahora bien, lo anterior no me parece tan preocupante, porque precisamente estos pensadores de la sospecha como Marx, Freud y Nietzsche, son los que han iluminado, en cierta medida la renovación, revisión y retoma de algunos conceptos bíblicos o teológicos que se fueron perdiendo por una iglesia reactiva y poco comprensiva a los cambios del mundo. Lo que me inquieta sobre manera son los fundamentalismos de nuestros propios creyentes, que sostienen una "guerra a muerte" cuando se les cuestiona ciertas actitudes asonantes. Por ejemplo, la instransigencia en permitir que en el currículo de la ERE se trabajen temas sobre la realidad de los jóvenes o de la realidad nacional; si bien, se incluye, pero se hace de manera secundaria o terciaria, pues lo que prima acá son las clases que contengan la explicación de los "sacramentos" y estudio de las cartas papales. Acá entramos en aguas quisquillosas pues, se entra en el debate sobre si la clase de religión es catequesis o si solo debe impartir "historia de las religiones". Considero que ambas cosas son compatibles, ahora bien, lo que si tiene que analizarce es el modo y el contenido, de tal manera que no se convierta en una transmisión de datos ni un adoctrinamiento, sino que realmente, lleve al estudiante a entusiasmarse por vivir plenamente su vida.
Lo grave, el fundamentalismo de los creyentes
Los fundamentalistas se dividen y toman solo una de estas dos opciones, olvidando ambos el sentido original de una educación bajo una noción religiosa que humaniza; si pasamos al plano administrativo, en algunos países donde el acento del libre mercado sin intervención del Estado, es la madre de toda su economía, nos encontramos con modelos educativos donde se reservan solo un mínimo de horas en el salón de clase para impartir la ERE, es decir, solo se contrata al profesor por esas horas de clase, llevando a cercenar una asignatura que de por si, su papel lo cumple más que en el aula, sobre todo en el acompañamiento, desarrollo social y comunitario donde se pone en práctica todos los valores y dinamismos del adolescente. La mirada parcial llena de prejuicios sociales de los directivos y otros profesores, llevan a gestar en la ERE una asignatura "relleno" o "relicreo", como se llegó a tomar en algunos colegios, asumida también por la calidad de algunos docentes en su baja preparación o en el desánimo al ver su oficio poco valorado o segmentado.
Estos malestares se agravan cuando los mismos creyentes administrativos, directivos y docentes, justifican sus prácticas como parte de la naturaleza, movimientos del mercado, y mandatos de la Vicaría de la educación para abordar solo "lo católico"; No se a qué tipo de católicismo se refieren, pero el de Vaticano II, no se muestra en estas prácticas. Esto genera sin duda otros malestares sociales mucho más fuertes y es el de la segregación y división dentro de los mismos centros educativos a los estudiantes por sus creencias; a su vez, y lo más grave, a generar en el estudiante una visión e idea de lo que es lo religioso y la religión, de lo que es el cristianismo y lo que es el Dios de Jesucristo, llevando a una pérdida de su horizonte de sentido y guardar toda su carga emocional sin la oportunidad para expresar lo que siente y vive; llevando además a generar la ruptura de los lazos sociales y violencia pues, vienen las divisiones familiares o el mal manejo de conflictos en su vida diaria y en sí, el asilamiento y soledad que muchas veces terminan en pensamientos sobre el suicidio o en la banalidad de la vida.
La ERE por tanto, está en crisis. y no porque los jóvenes o adultos no crean en un ser trascendente; precisamente, según algunos científicos sociales, estamos en una nueva era de un despertar espiritual, que se refleja en las ventas de libros de autoayuda, en la práctica de diversos ritos orientales o religiosos, en la necesidad y sed de trascendencia que la humanidad busca frente al mundo cosificado e instrumental que han generado los diversos movimientos políticos y económicos depredatorios. Estamos en crisis porque los creyentes son fundamentalistas en sus posiciones, niegan la mirada interdisiciplinar e integral de su fe; aún cuando justifiquen sus posiciones de manera holistica, en el fondo, no es más que para mantener un statuo quo de la realidad o de una imagen de Dios fragmentado que te revela la verdad y lo que es.
Caminar en el testimonio de aquel hombre
Pero tenemos oportunidad. Así como sabemos, una crisis es una oportunidad de cambio. Y eso implica un giro en la mentalidad o ruptura contra esas imagenes que tenemos de Dios y de los seres humanos; una oportunidad para ejercer y desarrollar el dinamismo existencial que abre caminos hacia el encuentro con el otro; hacia el camino que lleve al joven a dinamizar su vida para manejar sus emociones y sentimientos, para que su autoestima no se edifique sobre el tener sino sobre el ser, que permita desarrollar todas las habilidades comunicativas, espirituales y sociales para asumir su vocación, el trabajo en grupo, la resolución positiva de los conflictos y sobre todo, para que sus practicas humanicen más el mundo; prácticas a partir del reconocimiento de los dolores del otro y de las consecuencias de un capitalismo egoísta que no piensa en la ética porque no entran en lo bueno y lo malo; frente a eso, la ERE tiene por sus principios humanistas y cristianos desarrollar el pensamiento crítico, la creatividad, el respeto por la diferencia, la necesidad de la ciencia y la fe como alas que nos ascienden al conocimiento de la verdad, y en especial, aliviar el sufrimiento del otro y de la creación como componente esencial no solo de la ERE sino de toda la eduación. Transitar por esos caminos, es caminar por donde aquel hombre dejó sus huellas hace más de dos mil años y que hasta el dia de hoy constituye un modelo de hombre, no solo para los cristianos sino como patrimonio de la humanidad.
jueves, 26 de enero de 2012
¿Para qué una teología política? ¿posible? ¿inviable? ¿insostenible?
Quedo atónito cuando en esas soluciones para conciliar teología y política o religión y política, se acude a su terminología polisémica para confundir más al creyente y dejar insatisfecho al politólogo y al abogado. Más sorprendido, cuando observo que posturas políticas de varios creyentes y defensores acérrimos del "catolicismo" han participado en la creación de movimientos políticos de "ultraderecha" o de "extrema izquierda", cada uno de ellos buscando siempre el "bien" y la "paz social"; particularmente el caso conocido en Chile del senador Jaime Guzmán, "católico de comunión diaria" y a su vez "mano derecha" de la dictadura militar de Pinochet, lamentablemente asesinado por un frente guerrillero en 1991. Este hombre fue el fundador de la UDI, (con sustento ideológico en Carl Schmitt) partido del actual presidente Sebastian Piñera; Y continuando el rastreo en la historia de esos fundamentalismos políticos, podríamos ir a Colombia donde sacerdotes fundaron la guerrilla del ELN o del movimiento GOLCONDA, grupo de presbíteros con ideas de extrema izquierda, o la alianza de algunos obispos colombianos con el partido conservador, a finales del siglo XIX para condenar al "liberalismo" como "pecado" dentro de sus feligreses y agudizar la guerra civil entre liberales y conservadores; y así sucesivamente, el lector tendrá, muchos ejemplos más, en cuanto a esas relaciones y pactos de conveniencia para mantener "poder" o la "democracia".
Esas posiciones políticas de la iglesia y de sus hijos, ha traído diversas manifestaciones de rechazo en la sociedad, quienes en la actualidad en ninguno de los paises en mención tienen alta credibilidad "los partidos políticos tradicionales en crisis", "la iglesia en crisis", rezan muchos titulares de prensa.
El problema se agudiza cuando en las mismas esferas teológicas "patinan" para fundamentar una teología política que responda a las demandas sociales y a su vez den un argumento sólido para tratar el aspecto religioso y político; así también me sorprenden algunos esfuerzos teológicos por conciliar el liberalismo de Rawls o los comunicados oficiales recordando una "reconciliación" y busqueda de la paz", sin mayores éxitos; la violencia aumenta en todos sus dinamismos.
No obstante, existen varios autores que lamentablemente no han sido abordados con entusiasmo dentro del pensamiento teológico católico para responder a este problema; hablamos de Johann Baptist Metz, René Girard con su teoría mimética y los esbozos programaticos y sugestivos de la teología de la liberación latinoamericana, específicamente en su cristología.
Se necesita construir hoy más que nunca una teología política (TP) que responda a los problemas sociales de hoy y a su vez, den una renovación vital a una teología estéril y frágil ante las diversas convulsiones violentas que generan un odio abierto y a la matanza colectiva de personas. Y si bien, Metz elabora una teologìa que "mira al mundo" y a Dios "en este tiempo" en su situación cultural e histórica, retomando categorías centrales como la memoria, las víctimas y la solidaridad, es René Girard, quien, demuestra la realidad del "chivo expiatorio" que nace por el deseo de los adversarios para anularse recíprocamente y que en su intento de pacificación buscan una víctima para el holocausto final. Esta práctica que sigue siendo violenta es alimentada diariamente y de manera silenciosa en todas las esferas políticas, económicas, culturales y sociales.En efecto, según los historiadores, como Dominic Sandbrook, indica que antecediendo a las guerras, vienen las crisis económicas profundas, revueltas sociales y respuestas políticas que desencadenan racismo, nacionalismos y la derechización extrema de los gobiernos; prueba clara, son los efectos posteriores a 1932 en Europa y los sucesos mostrados después del golpe militar en Chile en 1973 o los fallidos diálogos de paz del presidente Pastrana con las guerrillas de las FARC en el 2002 en Colombia.
En este escenario social la fundamentación de una TP profética marcará un advenimiento apocaliptico en su sentido bíblico, es decir, mostrará la esperanza y conversión del hombre del deseo mimético sacrificial y denunciará los mecanismos que invisibilizan y excluyen a las víctimas, esto incluye a un tipo de teología que fundamenta solapadamente visiones políticas totalizadoras y mantiene el orden y el statuo quo de los sacrificadores. Se busca entonces, creyentes capaces de develar y deconstruir las imagenes del otro que esos mismos sistemas se han encargado de pulir como enemigos irreconciliables. Y mucho más, deconstruir la imagen de Dios que se tiene no solo en el sentido popular, sino el que tienen los políticos creyentes; esto es urgente, mucho más cuando uno escucha a los senadores republicanos de Estados Unidos en sus intervenciones cargadas de fideísmo.
Una TP será posible cuando atentos a esa opción creyente bajo la conversión paulina, abre los ojos al "Jesús resucitado en la historia" que asume su compromiso político como un imperativo para acompañar, acoger y dignificar el rostro del otro que devela la imagen del Padre; O cuando esos otros, vean en nosotros el rostro de Jesús. Será inviable cuando bajo una "teología política" se intente conciliar con un liberalismo excluyente o un tradicionalismo apegado a la norma o sujeto de superestructuras que segmentan y mantienen la desigualdad y la inequidad; insostenible, cuando en nombre de la fe secularizada se privatice a la esfera personal sin trascender a la vida pública, o cuando termina presentando como víctimas a los mismos sujetos que ocasionaron la violencia y la división en la comunidad. Así pues, en el marco de los ismos(relativismo, totalitarismo, ateísmos, secularismo, etc.) hoy más que nunca, los teólogos tienen un reto ineludible en su quehacer teológico, pues serán las bases que darán vitalidad al cristianismo en el siglo XXI.
martes, 24 de enero de 2012
La tierra prometida en el país del despojo
Según los exégetas como Von Rad y Gustavo Baena, la teologìa del Pentateuco, particularmente del Génesis, se centra en el derecho y posesión de la tierra como un regalo de Dios. La tierra es bendición y condición para desarrollar todas las dimensiones del desarrollo humano. Y bajo estas premisas teológicas se analiza los escandalosos casos de robo de tierras en Colombia por parte de los actores armados ilegales. Según los medios e instituciones que investigan este fenómeno, existen diversas maneras de "legalizar" las tierras para favoreces a los poderes fácticos. Desde la compra amenazante a bajos precios, hasta el asesinato sistemático como una estrategia para aterrorizar campesinos y pequeños productores. Las consecuencias de estas prácticas, son inmediatas. Más de 3 millones de desplazados internos, asesinatos de líderes sociales, muerte de campesinos inocentes, y más de 4 millones de héctareas de tierra usurpadas.
Son inumerables los testimonios de cientos de campesinos que viven como indigentes en las principales ciudades del país; rostros de la injusticia y la inoperancia del Estado para proteger a sus ciudadanos. Si bien, en el gobierno de Santos se ha promulgado la nueva ley general de vìctimas, que es un hito en la historia del país, su operatividad, se ha visto diezmada por los poderes fácticos regionales, o como él lo llamó, "la mano negra" que interviene para no soltar millones de héctareas productivas. La situación se exaspera, cuando entra a operar la lógica de la "confianza inversionista" en la que desde la era Uribe, se ha presentado al país como una "salvación" y potencial de crecimiento para nuestra economía. Bajo esta lógica han entrado a operar diversas multinacionales asociadas a la producción tecnificada y extensiva de productos que demanda el mercado, como los biocombustibles; a su vez, rondan "generosos inversionistas" extranjeros que han comprado en diversas partes del país miles de hectareas para producir, según ellos, alimentos que sus paises demandan. Y a su lado, se establecen cientos de campesinos colombianos esperando un jornal o empleo en estas fincas productivas.
Cuando citamos la teología del Génesis, no justificamos un "derecho divino" para poseer la tierra. No entramos en esa tesis sionista para justificar la violencia contra los árabes, pues, en este aspecto, sabemos que rige más el juego de Washington para su geopolítica en medio oriente. Nos referimos más bien a la tierra dada a los seres humanos para su desarrollo; como un derecho social, individual bajo el esquema de la justicia y dinamismo comunitario que las mismas culturas ancestrales saben reconocer. Dios como creador del mundo, y quien nos hace partícipes por su kenosis o encarnación en su condiciòn divina, nos alienta a ser co-creadores y por tanto, la legitimidad de sacar frutos de la tierra para el bienestar y fuente de experiencia que vivifica el cuerpo y el espíritu que no trastoca ni en violencia, ni en ruptura de los tejidos sociales, al contrario los fortalece.
Tampoco se cuestiona las libertades e iniciativa privada para emprender proyectos productivos. Sabemos que es necesaria una economía que desarrolle libertades, pero también capacidades. Se critica, más bien, el "abuso" y el "efecto depredador" que tienen sus prácticas cuando sobrepasan las libertades y derechos de los seres vulnerables. Ese economicismo ciego que ve "negocios rentables" en las tierras fértiles de pequeños productores; o esa antropología etnocentrista que indica que los campesinos en su ignorancia no saben cultivar y que se necesita la inversión empresarial para generar desarrollo en la región. Esto en el papel es una premisa interesante, pero, cuando vamos a observarla en operación, nos encontramos con escenas lamentables. Pobreza alrededor, sueldos paupérrimos, salud y educación privatizada, masacres de campesinos, desplazamiento forzado financiado por multinacionales, en fin, escándalos sociales que reproducen las lógicas del feudalismo o economía colonial en pleno siglo XXI.
La tierra es un derecho ciudadano y un imperativo teológico. Pero, en el caso de la interpretación teológica, esta opera bajo el esquema de la justicia y la caridad como espacios que cohesionan la sociedad. No desde una justicia como la da el mundo, sino desde una antropología que revela en el rostro del otro la imagen del Padre. La tierra es para todos, no para unos pocos; la tierra se defiende como un derecho divino porque los seres humanos son creación de Dios, sagrados; y tienen primacía las víctimas. En ella descansa toda la lucha y la opción creyente para ejercer justicia. En ese clamor del despojado y que a gritos pide justicia, se revela el deseo de Dios de cambiar su situación de dolor. Y el que escucha ese lamento y reacciona como Jesús cuando contempla la multitud, cuando ve que tienen hambre, es digno de llamarse cristiano.
Estamos en un momento sin precedentes en la historia del paìs, y la teología tiene un papel importante para acompañar, denunciar la injusticia y proteger a las víctimas; pero no será posible sin una renovación en sus prácticas, métodos y formas de comprender la realidad, es necesario un "nuevo aire" que permita abrir los ojos para ser testigos del amor de Dios y opción por las víctimas. Parafraseamos estas ideas, unos ufanamos de participar en teologías liberadoras, de vivir un cristianismo renovado y de esperanza para el mundo; sin embargo, permea una pasividad, un conformismo y una denuncia desde los asientos, pareciendo que toda la cultura profética de los padres de la Iglesia latinoamericana no ha tenido seguidores en los albores del siglo presente; hablamos de teologías sin contexto, sin decisión, aún "pensando" la realidad" y no acompañando ni escuchando al otro, ni mucho menos operando para un "cambio" en las estructuras y condiciones que niegan sus derechos. Se tiene entonces, dos caminos, el ancho que nos lleva a mirar desde la ventana, o el angosto que desde una experiencia mística nos llevará a ser creíbles y portadores de una alternativa para transformar el mundo presente.
Según los exégetas como Von Rad y Gustavo Baena, la teologìa del Pentateuco, particularmente del Génesis, se centra en el derecho y posesión de la tierra como un regalo de Dios. La tierra es bendición y condición para desarrollar todas las dimensiones del desarrollo humano. Y bajo estas premisas teológicas se analiza los escandalosos casos de robo de tierras en Colombia por parte de los actores armados ilegales. Según los medios e instituciones que investigan este fenómeno, existen diversas maneras de "legalizar" las tierras para favoreces a los poderes fácticos. Desde la compra amenazante a bajos precios, hasta el asesinato sistemático como una estrategia para aterrorizar campesinos y pequeños productores. Las consecuencias de estas prácticas, son inmediatas. Más de 3 millones de desplazados internos, asesinatos de líderes sociales, muerte de campesinos inocentes, y más de 4 millones de héctareas de tierra usurpadas.
Son inumerables los testimonios de cientos de campesinos que viven como indigentes en las principales ciudades del país; rostros de la injusticia y la inoperancia del Estado para proteger a sus ciudadanos. Si bien, en el gobierno de Santos se ha promulgado la nueva ley general de vìctimas, que es un hito en la historia del país, su operatividad, se ha visto diezmada por los poderes fácticos regionales, o como él lo llamó, "la mano negra" que interviene para no soltar millones de héctareas productivas. La situación se exaspera, cuando entra a operar la lógica de la "confianza inversionista" en la que desde la era Uribe, se ha presentado al país como una "salvación" y potencial de crecimiento para nuestra economía. Bajo esta lógica han entrado a operar diversas multinacionales asociadas a la producción tecnificada y extensiva de productos que demanda el mercado, como los biocombustibles; a su vez, rondan "generosos inversionistas" extranjeros que han comprado en diversas partes del país miles de hectareas para producir, según ellos, alimentos que sus paises demandan. Y a su lado, se establecen cientos de campesinos colombianos esperando un jornal o empleo en estas fincas productivas.
Cuando citamos la teología del Génesis, no justificamos un "derecho divino" para poseer la tierra. No entramos en esa tesis sionista para justificar la violencia contra los árabes, pues, en este aspecto, sabemos que rige más el juego de Washington para su geopolítica en medio oriente. Nos referimos más bien a la tierra dada a los seres humanos para su desarrollo; como un derecho social, individual bajo el esquema de la justicia y dinamismo comunitario que las mismas culturas ancestrales saben reconocer. Dios como creador del mundo, y quien nos hace partícipes por su kenosis o encarnación en su condiciòn divina, nos alienta a ser co-creadores y por tanto, la legitimidad de sacar frutos de la tierra para el bienestar y fuente de experiencia que vivifica el cuerpo y el espíritu que no trastoca ni en violencia, ni en ruptura de los tejidos sociales, al contrario los fortalece.
Tampoco se cuestiona las libertades e iniciativa privada para emprender proyectos productivos. Sabemos que es necesaria una economía que desarrolle libertades, pero también capacidades. Se critica, más bien, el "abuso" y el "efecto depredador" que tienen sus prácticas cuando sobrepasan las libertades y derechos de los seres vulnerables. Ese economicismo ciego que ve "negocios rentables" en las tierras fértiles de pequeños productores; o esa antropología etnocentrista que indica que los campesinos en su ignorancia no saben cultivar y que se necesita la inversión empresarial para generar desarrollo en la región. Esto en el papel es una premisa interesante, pero, cuando vamos a observarla en operación, nos encontramos con escenas lamentables. Pobreza alrededor, sueldos paupérrimos, salud y educación privatizada, masacres de campesinos, desplazamiento forzado financiado por multinacionales, en fin, escándalos sociales que reproducen las lógicas del feudalismo o economía colonial en pleno siglo XXI.
La tierra es un derecho ciudadano y un imperativo teológico. Pero, en el caso de la interpretación teológica, esta opera bajo el esquema de la justicia y la caridad como espacios que cohesionan la sociedad. No desde una justicia como la da el mundo, sino desde una antropología que revela en el rostro del otro la imagen del Padre. La tierra es para todos, no para unos pocos; la tierra se defiende como un derecho divino porque los seres humanos son creación de Dios, sagrados; y tienen primacía las víctimas. En ella descansa toda la lucha y la opción creyente para ejercer justicia. En ese clamor del despojado y que a gritos pide justicia, se revela el deseo de Dios de cambiar su situación de dolor. Y el que escucha ese lamento y reacciona como Jesús cuando contempla la multitud, cuando ve que tienen hambre, es digno de llamarse cristiano.
Estamos en un momento sin precedentes en la historia del paìs, y la teología tiene un papel importante para acompañar, denunciar la injusticia y proteger a las víctimas; pero no será posible sin una renovación en sus prácticas, métodos y formas de comprender la realidad, es necesario un "nuevo aire" que permita abrir los ojos para ser testigos del amor de Dios y opción por las víctimas. Parafraseamos estas ideas, unos ufanamos de participar en teologías liberadoras, de vivir un cristianismo renovado y de esperanza para el mundo; sin embargo, permea una pasividad, un conformismo y una denuncia desde los asientos, pareciendo que toda la cultura profética de los padres de la Iglesia latinoamericana no ha tenido seguidores en los albores del siglo presente; hablamos de teologías sin contexto, sin decisión, aún "pensando" la realidad" y no acompañando ni escuchando al otro, ni mucho menos operando para un "cambio" en las estructuras y condiciones que niegan sus derechos. Se tiene entonces, dos caminos, el ancho que nos lleva a mirar desde la ventana, o el angosto que desde una experiencia mística nos llevará a ser creíbles y portadores de una alternativa para transformar el mundo presente.
viernes, 20 de enero de 2012
Teología y política
El debate moderno entre teología y política, es decir, la incidencia de la esfera religiosa en la esfera pública, ha tenido diversos matices que, al menos en la escuela filosófica habermasiana y en otros en otros cientistas políticos, reconocen el papel de la religión como una forma de "cohesionar" la sociedad, en medio de las fragmentaciones que causan los diversos malestares sociales; Así mismo, la teología ha revisado sus antagónicas relaciones con el mundo moderno, y ha dado nuevos giros que han permitido una fecundidad en el díalogo, revitalizando lo genuino de la tradición y la Sagrada Escritura.
Sin embargo, esta reflexión y puntos de acuerdo en la diversidad no ha calado en el "creyente de a pie" o en el cristiano inmerso en la esfera pública. Prueba de ello, son las constantes divisiones sociales que nos llevan a vivir en tensiones que se exasperan con brotes de violencia institucional y familiar. Más aún, ignoran el impacto que genera pertenecer a uno u otro partido político, pues, prima más la "pasión" por defender ideas, sin que se contraste esas prácticas con su opción de vida creyente.
Me refiero, por ejemplo, a aquellos creyentes que egresados de universidades confesionales, terminan legitimando una visión de mundo que genera exclusiones o justifican métodos violentos como una manera de lograr la "paz" o pacificar el país, generando, en si, nuevas formas de victimización. También me refiero a aquellos cristianos o cristianas, que militan en los partidos políticos y promueven sus ideas como un "fervor religioso", combinando estas dos pasiones de manera radical; en este sentido, es mucho más lamentable, porque, inducen a elevar la división, el odio y la polarización social, terminando afectando los procesos de reconciliación social que ciertos sectores de la sociedad promueven.
Por eso, me inquieta el papel y enfoque que tiene la catequesis, la educación religiosa escolar, la ética implementada en los planes de estudio, por el poco análisis crítico de los diferentes modelos de organización política y económica, pues, parece ser que no responden a las demandas sociales, ni mucho menos permea para una "transformación" de las prácticas de exclusión e invisibilidad social. De allí que, sea imperativo revisar, cuestionar, indagar por las formas, métodos y sobre todo, los contenidos que se imparten en los diferentes centros académicos sobre la postura frente a diversas corrientes de pensamiento social. E igualmente, revisar otros polos de reproducciòn cultural, sobre el tipo de visión religiosa que se pregona; No es justo, ni sano que aún en pleno siglo XXI, la religión, las instituciones permitan y faciliten modos de pacificación que se promovían hace milenios-ojo por ojo, diente por diente-. Si nos atrevemos a practicar la máxima del movimiento de la ilustración, "atrevete a pensar", no debería causar temores en lo público, ni mucho menos en la vida del creyente, pues, es precisamente allí, en la búsqueda de la Verdad, donde la humanidad ha tenido una luz para revitalizar su existencia y transformar el mundo.
"Ánimo, no tengas miedo", nos dice aquel que asumió y comprendió el misterio de lo humano inmerso en esas pasiones sociales; en el conocimiento de la Verdad y en la comprensión de la misión que tenemos cada uno en esta tierra es que podremos humanizar las estructuras y generar vida en abundancia. Esta es pues, la tarea, pero que debe "secularizarse", es decir, transformarlas en categorías que permitan un diálogo fecundo con el mundo laico, para iluminar los caminos que nos lleven a recrear en nuevas formas de práctica y visión, esas tensiones necesarias y contradictorias. Así pues, ¿por dónde empiezas tu vida? ¿Qué te mueve? ¿Tiene sentido participar activamente desde tu vida de fe en la esfera pública? ¿Das razón de tu fe?
Sin embargo, esta reflexión y puntos de acuerdo en la diversidad no ha calado en el "creyente de a pie" o en el cristiano inmerso en la esfera pública. Prueba de ello, son las constantes divisiones sociales que nos llevan a vivir en tensiones que se exasperan con brotes de violencia institucional y familiar. Más aún, ignoran el impacto que genera pertenecer a uno u otro partido político, pues, prima más la "pasión" por defender ideas, sin que se contraste esas prácticas con su opción de vida creyente.
Me refiero, por ejemplo, a aquellos creyentes que egresados de universidades confesionales, terminan legitimando una visión de mundo que genera exclusiones o justifican métodos violentos como una manera de lograr la "paz" o pacificar el país, generando, en si, nuevas formas de victimización. También me refiero a aquellos cristianos o cristianas, que militan en los partidos políticos y promueven sus ideas como un "fervor religioso", combinando estas dos pasiones de manera radical; en este sentido, es mucho más lamentable, porque, inducen a elevar la división, el odio y la polarización social, terminando afectando los procesos de reconciliación social que ciertos sectores de la sociedad promueven.
Por eso, me inquieta el papel y enfoque que tiene la catequesis, la educación religiosa escolar, la ética implementada en los planes de estudio, por el poco análisis crítico de los diferentes modelos de organización política y económica, pues, parece ser que no responden a las demandas sociales, ni mucho menos permea para una "transformación" de las prácticas de exclusión e invisibilidad social. De allí que, sea imperativo revisar, cuestionar, indagar por las formas, métodos y sobre todo, los contenidos que se imparten en los diferentes centros académicos sobre la postura frente a diversas corrientes de pensamiento social. E igualmente, revisar otros polos de reproducciòn cultural, sobre el tipo de visión religiosa que se pregona; No es justo, ni sano que aún en pleno siglo XXI, la religión, las instituciones permitan y faciliten modos de pacificación que se promovían hace milenios-ojo por ojo, diente por diente-. Si nos atrevemos a practicar la máxima del movimiento de la ilustración, "atrevete a pensar", no debería causar temores en lo público, ni mucho menos en la vida del creyente, pues, es precisamente allí, en la búsqueda de la Verdad, donde la humanidad ha tenido una luz para revitalizar su existencia y transformar el mundo.
"Ánimo, no tengas miedo", nos dice aquel que asumió y comprendió el misterio de lo humano inmerso en esas pasiones sociales; en el conocimiento de la Verdad y en la comprensión de la misión que tenemos cada uno en esta tierra es que podremos humanizar las estructuras y generar vida en abundancia. Esta es pues, la tarea, pero que debe "secularizarse", es decir, transformarlas en categorías que permitan un diálogo fecundo con el mundo laico, para iluminar los caminos que nos lleven a recrear en nuevas formas de práctica y visión, esas tensiones necesarias y contradictorias. Así pues, ¿por dónde empiezas tu vida? ¿Qué te mueve? ¿Tiene sentido participar activamente desde tu vida de fe en la esfera pública? ¿Das razón de tu fe?
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