¿Construir o edificar paz?
Por: Andrés
Inampués Borda.
Teólogo
Hoy en día, ante el ambiente de optimismo y debate nacional
que han generado los diálogos de La Habana, Cuba, entre el gobierno colombiano
y las Farc-EP, es común hablar, -y pasa
a veces como un cliché- de
“construcción de paz”, pero, realmente, a qué se refieren cuando se habla de
buscar las condiciones para construir paz.
Aunque se use indistintamente “construir y edificar” como
sinónimos, no son exactamente lo mismo; por eso, es importante indagar el significado
de estas palabras derivadas, desde un ejercicio más allá de lo etimológico, más
aún cuando se indica que el lenguaje construye realidad y es válido, también, preguntarnos por el sentido y contexto para interpretar.
Construcción: Al referirse como verbo construir, viene del latín construere,
que significa acción de fabricar; Pero es más interesante si nos
vamos al sufijo struere, que traduce
“amontonar”; Este sufijo compone otras palabras del español como destruir, instruir (que significa construir interiormente), obstruir que nos lleva a la idea de
obstáculo o amontonar para impedir el paso.
Aunque, no obstante, la terminología que se utiliza en el
idioma castellano viene del significado de peacebuilding, del idioma inglés, que se traduce como “construcción de paz”, pero se describe en tres momentos importantes, que más adelante abordaremos. Al
remitirnos al espacio etimológico, peace, proviene del latín pax o Irene
del griego; así mismo, se evidencia que
la palabra building viene del
protogermánico buldijana que se
traduce como edificio. Básicamente,
entonces, la interpretación que se da por peacebuilding, apunta a un diseño o
planeación que permita reducir la violencia estructural o violencia directa.
Los teóricos de este esquema como los sociólogos Johan
Galtung y John Paul Lederach, estructuran la paz en tres esferas
interrelacionadas entre sí, para abarcar de manera más global y ampliada el
concepto:
·
Peacemaking:
Se podría decir
que es la negociación centrada en el establecimiento de relaciones de poder
equitativas para prevenir futuros conflictos. Se traduce, además, en los acuerdos
que permiten acciones para la reconciliación de dos o más partes que han estado
en un conflicto armado. El proceso de paz que se está llevando a cabo en La
Habana, Cuba, puede ser un ejemplo de este esquema de paz.
·
Peacekeeping: O del
mantenimiento de la paz. Implican diferentes estrategias que permiten mantener
una paz duradera desde movimientos endógenos y exógenos. En cuanto al primero, es
la oportunidad que se da a los excombatientes para que participen en los
procesos de reconciliación y participación de la vida política; el
fortalecimiento del Estado Social de derecho y diferentes medidas que propendan
a un desarrollo económico y social en clave de justicia y equidad. En un
segundo movimiento, sería el acompañamiento de la comunidad internacional, y si
es el caso, de participación de fuerzas militares de la ONU para la seguridad
nacional, en caso que el Estado no tenga la fuerza necesaria para implementar los acuerdos políticos; pero esto
último no aplicaría el caso para Colombia.
·
Peacebuilding: De acuerdo a la terminología de la
ONU, son las acciones que se realizan después de los acuerdos de paz o el cese
del conflicto armado (posconflicto). Es un proceso a largo plazo donde la
sociedad civil, el Estado, el gobierno y diferentes organizaciones sociales promueven
la reconciliación nacional, cambiando la actitud para resolver los conflictos.
No es un espacio de “unidad” o uniformidad, sino más bien, un tiempo donde se genera una o cultura(s) de paz. En este ejercicio se aprende a
reconocer los argumentos del otro y a disentir de manera democrática y en elc ampo educativo se promueve la formación ciudadana y solidaria, es decir, a saber vivir en la diversidad y pluralidad de opiniones, en el marco
del respeto por la dignidad de los seres humanos.
El anterior ejercicio, nos ha llevado a explicar brevemente
los componentes del significado de construcción referido a la paz. Vamos ahora
a explicar el concepto de edificar.
Edificar: Del latín Aedificare, se traduce como construir, erigir; derivado de la palabra
griega Aedes que traduce: casa, templo, santuario, tumba. En la religión griega
antigua los aedes era la morada de un dios, como estructura que albergaba la
imagen de una deidad.
También se relaciona con la palabra οἰκοδέμω, oikodumeo (οἶκος casa y δέμω construir)
que fue utilizada por Aristóteles y otros escritores griegos en el mundo
antiguo. Pablo de Tarso, la incluye en su redacción de diferentes cartas, donde
significa metafóricamente el acto de alguien que “promueve el crecimiento de la
sabiduría cristiana, la piedad, la santidad y la felicidad de los otros”; quizá
es por esta razón que sea utilizada en sentido figurado para hablar de
“construir la moral o la fe (Instruir moralmente) o “mejorar espiritualmente”,
elevar, iluminar y establecer y haya pasado a significar la “instrucción para
mejorar en cuestiones morales y religiosas”.
Revisando los estudios exegéticos, esta palabra se relaciona
en la teología paulina con ekklēsia, donde amplia el significado de pueblo o
comunidad para referirse a la “construcción de una nación”
Por otra parte el sufijo edificare
significa hacer, actuar, ser activo, componer, escribir, clasificar, hacer,
crear, construir, producir. Un estadio
más antiguo de esta palabra se encuentra en la raíz dhès, del proto-Indo europeo, que de cierta manera extiende su
significado como festivo o día santo. Es
interesante que la palabra sacrificare
(sacrificio) también venga de esta misma raíz indoeuropea y que se traduce como
hacer sagrado.
Llama mucho la atención que el concepto edificar, en los escenarios culturales de la tradición griega y
judeocristiana, se relacione con los espacios de lo religioso, por lo cual, nos
lleva a indagar, más aún con el posible sentido que se establece cuando lo
relacionamos con la paz o la esfera de la reconciliación.
Y, ¿Entonces?
Por el breve ejercicio
etimológico, se considera mucho más exacta la traducción al castellano peacebuilding como edificar. Si bien construcción apunta a un diseño o planeación y como
acción de fabricar, el significado que se inscribe en las tres esferas
señaladas (peacemaking, peacekeeping y peacebuilding), nos llevan a un
escenario más propicio para definirla como edificar, pues es un término más
dinámico desde los sentidos de la tradición griega y juedeocristiana, donde no
solamente se traduce como erigir o construir espacios físicos, sino que
repercute en una antropología que demanda un ejercicio existencial y diversas estrategias sociopolíticas; es decir,
el compromiso del ser humano para sentar las bases que permiten la vida en
comunidad y el reconocimiento del otro como parte de mi propia humanidad. Esto
se indica porque las mismas palabras como solidaridad, alteridad, comportan un
origen etimológico parecido, lo que lleva a concatenar diversos sentidos que
integran el fundamento político y religioso de la paz y la reconciliación.
Y es precisamente, en este último aspecto, donde se abren los
caminos propicios para preguntarnos nuevamente las relaciones de lo religioso
que hacen parte del origen del término edificar. Es posible que las doctrinas
que buscaban la superación de la metafísica y la sospecha contra lo religioso
desde la modernidad, hayan influenciado en el ocultamiento de este significado
en la misma cultura; pero, como lo indica René Girard (2005), en lugar de negar
la teología en bloque y de manera abstracta, hay que criticarla, lo que implica
recuperar las relaciones conflictivas que el sacrificio y su teología disimulan
y satisfacen a tiempo, lo cual, se asalta a otros sistemas culturales
construidos desde el sacrificio y la exclusión (algunos modelos económicos,
políticos y científicos, por ejemplo). Pensar la edificación de la paz desde
este horizonte, puede permitirnos una comprensión más profunda
de todos los fenómenos que implican los procesos de paz y el reto para edificar
oasis de reconciliación. Develar y mostrar los sistemas que generan e invisibilizan
nuevas víctimas, así como preguntarnos
por los bienes de los sujetos y las dinámicas de lo político, pueden estabelecer modelos no violentos que llevarían a detener el ciclo de la violencia. Así pues, pensar lo religioso de la cultura y
en las instituciones es un vector epistemológico que nos ayuda a comprender la
verdad más elemental de la violencia y la verdad desde las víctimas y los sobrevivientes.
REFERENCIAS
Girard René (2005) La
violencia y lo sagrado. Anagrama, Barcelona.
(2011) Clausewitz en los extremos. Katz, Buenos Aires.