Estamos presenciando una crisis sin precedentes en la historia contemporánea, dentro de la Iglesia Católica, por motivos claramente conocidos: la pedofilia o abuso sexual a menores, el homosexualismo, por algunos pastores de nuestra iglesia, además se fomenta el polémico debate sobre celibato y la ordenación de mujeres. Se ha dicho mucho al respecto, pero me centraré más bien, en la idea global de la “Iglesia en crisis”, pero “crisis” entendida como “una oportunidad de cambio”, porque si la Iglesia está en crisis, el mundo también lo está. Cambio no solo en la iglesia, sino en todos los estamentos sociales, cambios profundos en la política donde se sigue evidenciando la sevicia humana expresada en “El príncipe” de Maquiavelo, o las jugadas actuales de los asesores presidenciales siguiendo al maestro Joseph Fouché, asesor de Napoleón, o los miles de Rasputines en la política actual (aunque los políticos de desgarren las vestiduras diciendo que no es así) o en los casos de persecución y muerte a los grupos de oposición de los gobiernos; cambios profundos en la economía donde impera la cultura del “consumo, luego existo”; cambios en las crisis de los jóvenes, donde viven en el sinsentido y falta de rumbo en sus vidas, sin un verdadero modelo a quien seguir, pues hasta la misma Iglesia con sus inconsecuencias alejan a los jóvenes de sus vitalidades; Hay una crisis de la civilización, y la educación hace parte de esa crisis. Porque el modelo educativo que empezó con la creación de la escuela pública y los sistemas educativos se basa en los principios del capitalismo (producción-ganancia individual), que evidentemente solo produce hombres y mujeres que buscan sus intereses personales a la hora de aportarle a la sociedad. Ese es el efecto que vemos a diario en las noticias, atentados, violencia intrafamiliar, asesinatos, impunidad, intolerancia, indiferencia, corrupción, racismo en todas sus formas. Esos valores que normalmente se enseñan son predatorios, forman parte de una época en que no hablan sobre ninguna sensibilidad con el medio ambiente, y bajo esa realidad ¿qué podemos hacer?
Las respuestas y oportunidades
En ese sentido original y positivo de la “crisis”, nos damos cuenta y aceptamos que realmente se viven sufrimientos, no solamente por causas externas, sino como bien lo dice Benedicto XVI, “los sufrimientos vienen de la misma Iglesia, del pecado que se da en la misma Iglesia” y necesitan entonces, “purificación”, purificación en los planes de estudios de la vida sacerdotal, purificación en las prácticas rituales y visiones teológicas que asientan más el servicio en le poder y autoridad, purificaciones en los sentidos genuinos de la vida espiritual, en el seguimiento de Jesús. Esa purificación también demanda una reparación. Y parte de ella, como un imperativo categórico es la escucha y acompañamiento a las víctimas, pues, la reparación implica la justicia y la verdad.
Y en esa tarea, de la Iglesia institución, los creyentes debemos procurar el apoyo a nuestros pastores, en oración y permanente atención. Y por supuesto, un trabajo de mayor incidencia en los sufrimientos humanos, de acompañamiento para transformar esas realidades, testigos vivos como P. Alberto Hurtado, Maximiliano Kolbe, Luther King, Monseñor Romero, una vivencia de fe más auténtica, sin vivir de las apariencias que nos lleva a ser católicos de ritos y sacramentos, pero el corazón alejado de Dios, sin amor al prójimo. Esta es la tarea, esta es la hora primera, trabajemos!!!!
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